Conociendo a Don Bosco
En el contexto del Bicentenario de Don Bosco y, como una forma sencilla de profundización de la rica espiritualidad salesiana que hemos heredado para vivir, transmitir y actualizar, se proponen diez fichas temáticas de trabajo reflexivo para ser dialogadas en los distintos grupos pastorales que animamos, pensando principalmente en jóvenes Asesores y adultos.
La fuentes principales de la que se ha sacado información para su elaboración, corresponden al actual Cuadro de Referencia de la Pastoral Juvenil Salesiana, los libros de Arthur Lenti y las Constituciones Salesianas.
La estructura de las fichas es muy sencilla: tiene una introducción que sintetiza o motiva el tema; un desarrollo de éste con preguntas para trabajar en grupo; una actividad para realizar o una historia para reflexionar intencionadamente y, finalmente, una breve oración.
En Don Bosco: Padre, Maestro y Amigo de los jóvenes:
P. Erick Oñate Jorquera, SDB.
Solemnidad de la Virgen del Carmen. Julio de 2014.
Ficha 1
Ficha 2
Ficha 3
Ficha 4
Ficha 5
Ficha 6
Ficha 7
Ficha 8
Ficha 9
Ambiente de Familia
La espiritualidad de Don Bosco, es decir, la forma, el camino particular en el que él se relacionaba con Dios, tenía como finalidad el buscar la “salvación de las almas”. Don Rúa, su primer sucesor decía esto de él: "No dio un paso, ni pronunció palabra, ni acometió empresa que no tuviera por objeto la salvación de la juventud..." Precisamente, para nosotros salesianos, el ofrecer una educación y evangelización de calidad es, en otras palabras, una propuesta de educación en la fe, en un camino de santidad que tiene como meta “el buen cristiano y el honesto ciudadano”.
Alegría y optimismo salesiano
Siguiendo con nuestra profundización de la espiritualidad de Don Bosco, nos queremos detener en un rasgo típico del santo de la juventud. Se trata de su “alegría pascual”. Es decir, de la alegría que brota de la Resurrección de Jesús y que nos permite enfrentar la vida con optimismo y esperanza. “Es la alegría que se vive en medio de las pequeñas cosas de la vida cotidiana, como respuesta a la afectuosa invitación de nuestro Padre Dios: «Hijo, en la medida de tus posibilidades trátate bien […] No te prives de pasar un buen día» (Si 14,11.14)”1. Esta alegría pascual que brota del un corazón lleno de Fe en Jesús es contagiosa, se transmite a otros e inunda la tierra con el anuncio del Evangelio.
Presencia Materna de María Auxiliadora
Queremos profundizar otro aspecto de la espiritualidad de Don Bosco: Se trata de su devoción mariana, de su amor y confianza en María Inmaculada y Auxiliadora. Ciertamente, esta dimensión creyente no se gestó sola. La misma historia, con sus diversos acontecimientos, le irán marcando un camino concreto en la construcción mariana de su espiritualidad. En sus raíces, su madre, mamá Margarita —pese a ser analfabeta—le instruyó en esta verdad de fe y, con su testimonio constante, fue reflejo de la presencia materna de María en la vida del santo de los niños y jóvenes.
Amistad que ayuda a encontrarse con Dios.
Don Bosco “No dio un paso, ni pronunció palabra, n acometió en empresa que no tuviera por objeto la salvación de la juventud. Lo único que realmente le interesó fueron las almas”(C21).
Su afecto fue el de un padre, hermano y amigo capaz de suscitar correspondencia de amistad entre sus jóvenes. En otras palabras, buscaba hacerse amigo de los jóvenes. Su amistad no era aquella que existe entre pares, sino la que puede existir entre un educador y sus educandos. La amistad de Don Bosco, tenía un fin espiritual y pedagógico que el mismo describe. “Los sábados me desplazaba a las cárceles con los bolsillos llenos de tabaco, fruta o panecillos para granjearme el afecto de los jóvenes que tuvieron la desgracia de haber estado encarcelados; para asistirlos, ganarme su amistad y, de esta manera, animarlos a venir al Oratorio...
Estar siempre entre ellos
Queremos detenernos en otro elemento característico de la espiritualidad de Don Bosco, de su caridad pastoral: se trata de la “asistencia salesiana”. Es decir, del modo de estar presente en medio de los niños y jóvenes para ayudarlos a crecer como personas y prevenir en ellos aquellas situaciones que ponen en riesgo su vida.
En otras palabras, podemos decir que “la actividad caritativa en favor de los jóvenes se llama «asistencia»”. Este término, designa lo que se hace para «resolver las carencias espirituales y materiales de los jóvenes» y a la «vigilancia y la presencia» del educador entre los jóvenes.
Santidad en las acciones de todos los días
Con el tiempo se fue comprendiendo que estamos todos llamados a la santidad y que en las acciones concretas de todos los días, en la vida cotidiana y ordinaria, se puede encontrar a Dios y dejar que Él nos santifique, nos conduzca y nos eduque en las experiencias que permite para nosotros. Podemos decir con orgullo, que la Familia Salesiana, imitando al sacerdote de los niños y jóvenes, ya cuenta con innumerables frutos de santidad. Entre ellos tenemos a mamá Margarita, Madre de Don Bosco, Domingo Savio un joven alumno; Sor María Mazarrello, cofundadora de las Hijas de María Auxiliadora, Alberto Marvelli, exalumno salesiano; Alexandrina María Da Costa, cooperadora salesiana, Sor Eusebia Palomino, Hija de María Auxiliadora, Artémides Zatti, religioso salesiano, enfermero santo de la Patagonia y a una hija de esta tierra chilena, la beata Laura Vicuña.
Servicio responsable
A partir del valor del respeto, queremos profundizar otro rasgo distintivo de nuestra espiritualidad juvenil salesiana. Se trata del servicio responsable.
El respeto al otro, sólo nace de la conciencia nítida de que tengo dignidad y de que todos los seres humanos tienen y poseen la misma dignidad que yo tengo por el solo hecho de ser persona, de ser creatura, de ser hijo o hija de Dios.
Si considero que soy más que los demás, que valgo más por tal o cual cosa, entonces, el respeto al otro pasa a segundo plano, pues la otra persona es vista como un inferior a mí. Lo que conlleva esto, no es la inclusión, sino la discriminación, como forma de diferenciación y quizás, de temor al que es distinto a mí.
Comunión con la Iglesia para ser Iglesia
Don Bosco captó la importancia de la Familia, de los vínculos afectivos que se viven en ella y los consideró como base necesaria para una sana educación en clave cristiana.
La Familia, es para la Iglesia, un reflejo de lo que la Iglesia misma es: Pueblo de Dios y comunión de todos los bautizados. En otras palabras, podemos decir que la Familia es una Iglesia doméstica, pues en ella se palpa presente a Dios en el amor concreto de aquellos que conforman el hogar.
Nos queremos detener a reflexionar sobre otro rasgo de nuestra espiritualidad juvenil salesiana, se trata de la comunión eclesial, del sentido de pertenencia y de la participación concreta en la Iglesia, la comunidad de convocados por Dios en el bautismo.
En la escuela de María Auxiliadora
De la mano de María Auxiliadora, nos enseña Don Bosco, cada uno de nosotros ha sido traído a la Casa Salesiana. Ella, de esta forma, con su mediación materna nos acerca cada día más a su Hijo Jesús.
Con María y, con ella, unidos a la Misión Territorial, queremos anunciar el Evangelio a nuestros familiares, vecinos y a cuántos se han alejado de la Iglesia por diversas razones; entre ellas, por los delitos de abuso sexual de algunos sacerdotes que tanto daño han causado a inocentes y a los fieles cristianos a la misma vez. Por eso, este tiempo que nos toca vivir, es un tiempo esperanzador, para caminar de la mano de María en la construcción de una Iglesia más cercana a los pobres y más atenta a las necesidades de los hombres y mujeres de nuestro tiempo.